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lunes, 24 de septiembre de 2012

Guía de trabajo 1 -2012-2013


Guía de trabajo 1 -2012-2013
Documentos del Renacimiento 

Los textos que analizaremos a continuación nos permiten reconocer los conceptos sobre la libertad, la dignidad y el arte que pregonaban los hombres del Renacimiento 


1. Pico Della Mirandola dice: “Pero, finalmente, me parece haber comprendido por qué es el hombre el más afortunado de todos los seres animados y digno, por lo tanto, de toda admiración. Y comprendí en qué consiste la suerte que le ha tocado en el orden universal, no sólo envidiable para las bestias, sino para los astros y los espíritus ultramundanos. ¡Cosa increíble y estupenda! ¿Y por qué no, desde el momento que precisamente en razón de ella el hombre es llamado y considerado justamente un gran milagro y un ser animado maravilloso? … (Dios dice al hombre)Te he puesto en medio del mundo, para que vieras más cómodamente a tu alrededor cuanto en el mundo hay. No te hicimos ni celeste ni terrenal, ni mortal ni inmortal, para que tú, como escultor y configurador libre y honorario de ti mismo, puedas esculpirte con seguridad en la forma que prefieras. Podrás degenerar en lo inferior, propio de los brutos; podrás regenerarte, según la decisión de tu animo, en lo superior….”. Discurso sobre la dignidad humana”.
¿Cómo concibe la dignidad humana el autor, y cuál debe ser el papel del hombre en el mundo?, ¿cómo se diferenciaría del hombre medieval?. Revise las etiquetas del blog sobre el Renacimiento, principalmente la presentación llamada Humanismo y Renacimiento  y el video El Renacimiento y el arte
2. León Battista Alberti: “Yo deseo que el pintor sepa todo lo posible acerca de las artes liberales, pero deseo sobre todo que sea versado en geometría. Soy del parecer de Pánfilo, muy antiguo e ilustrado pintor, que enseñaba a los jóvenes nobles los primeros elementos de la pintura, de que nadie llegaría a ser un buen pintor si ignoraba la geometría”
De acuerdo a lo anterior, ¿Cuál es la relación entre arte renacentista y el conocimiento?
¿Por qué sería útil la geometría para los pintores renacentistas?

3. Leonardo Da Vinci: “Vanas y llenas me parecen aquellas ciencias que no nacen de la experiencia, madre de toda certidumbre, ni terminan en una noción experimental; es decir, tales que ni su origen, ni su medio, ni su fin pasan por ninguno de los cinco sentidos”.
¿Cómo se adquiere el conocimiento, según el autor?, ¿Cómo difiere este concepto, con muchas concepciones medievales? 
4. Escoja una obra pictórica o de la arquitectura del Renacimiento y analice en detalle sus características. Escriba sus conclusiones y pegue la imagen seleccionada.
5. Del texto de Tzetevan Todorov, sobre Colón y Cortés: ¿Qué caracteriza a los viajeros renacentistas? ¿Cómo se demuestra su mentalidad renacentista? Escriba como mínimo 300 palabras para responder a esta pregunta. Deben quedar claras las diferencias entre Colón y Cortés.

lunes, 3 de septiembre de 2012

El Renacimiento


El Renacimiento
Virgilio Ortega

El Renacimiento fue un movimiento cultural que nació en Italia en el siglo XIV y se difundió desde allí por Europa durante los siglos XV y XVI. El Renacimiento modificó profundamente la agonizante cultura medieval y revalorizó una cultura casi olvidada, la cultura clásica. El arte de Grecia y Roma, su literatura y su idioma, su mismo modo de vida, marcarían el ideal al que se debía ajustar todo aquel que quisiera vivir a la altura de su época.
Como Mecenas en Roma, ahora protegen a los artistas los Médicis de Florencia, los Sforza de Milán y los Papas mismos. Y el arte intenta ser otra vez clásico, pues el arte de la Edad Media era un arte bárbaro, “gótico”. Botticelli, Tiziano, Vérones… abandonan la temática medieval y se inspiran en mitos y leyendas grecorromanas al pintar sus obras. Pero no cambia sólo la temática; cambia, sobre todo, el estilo. En la Edad Media se pintaban ideas, más que cosas; las cosas pintadas eran meros signos, símbolos de las ideas que los artistas querían expresar. Ahora, en el Renacimiento, sólo se pintan cosas; cosas sin más, sin un trasfondo de ideas; cosas y personas como son. Incluso cuando abordan una temática religiosa, los rostros y los vestidos están sacados de la vida cotidiana, de la realidad. Vuelve el realismo que había caracterizado a la pintura grecorromana. Paralelamente, el canon, el sentido de las proporciones típico de la estatuaria griega, olvidado en la Edad Media, vuelve a ser la preocupación principal de los escultores renacentistas. Así mismo, los arquitectos inundan sus palacios y catedrales con elementos arquitectónicos del mundo clásico: columnas estilo griego y arcos de estilo romano, frontis triangulares grecorromanos, cúpulas semiesféricas en vez de cimborrios medievales, plantas semejantes a las romanas en iglesias y villas…
La literatura clásica se había perdido, en la Edad Media, entre los rincones de las antiguas bibliotecas de cualquier monasterio antiguo. Ahora se inicia una febril búsqueda de manuscritos clásicos por toda Europa. Se exploran archivos y bibliotecas, se rastrean pergaminos por doquier. Los manuscritos descubiertos se traducen, se comentan, se copian una y mil veces. El florentino Nicolás de Niccoli gastó en libros toda su fortuna y se arruinó.
Para leer esta literatura recién descubierta, la gente empieza a estudiar griego y latin. Llaman a maestros de Constantinopla para que enseñen griego en Florencia.
El Renacimiento intenta resucitar el modo de vida de Grecia y de Roma, manifestado en mil pequeños detalles. Los padres, en vez de bautizar a sus hijos con nombres de santos, les ponían nombres griegos o romanos: Agamenón, Aquiles, Casandra, Lucrecia,…Renace otra vez en estos siglos la costumbre de coronar a los poetas, como en la antigüedad clásica. Cosme de Médicis, imitando a Platón, funda en Florencia una Academia de filósofos. Como en la antigua Roma, las personas adineradas se construyen villas en parques umbríos, con bellos surtidores y abundantes estatuas.  
“El mundo está lleno de maravillas, pero nada es tan maravillosos como el propio hombre”, había cantado Sófocles en Grecia. El eco de que ese canto vuelve a sonar ahora, en el Renacimiento. “El hombre –dirá Leonardo en una frase grandiosa – es el modelo del cosmos”. En la Edad Media, la carne era, junto con el demonio y el mundo, uno de los tres “enemigos del hombre”; pero el arte de Grecia y Roma hace descubrir que el cuerpo es bello y que no merece obsesionarse por nada más. Renace el desnudo en pintura y escultura, y se vuelve a practicar la disección humana e incluso, en un intento supremo por conocer el funcionamiento del cuerpo del hombre, la vivisección. En la Edad Media, el cuerpo era considerado como la “cárcel del alma” y para salvar el alma había que desprenderse del cuerpo. En cambio, ahora, se comprende que “en el cuerpo no existe nada inútil”. El filósofo Pomponazzi llega a rechazar la inmortalidad y la salvación del alma si para ello tiene que renunciar a su cuerpo; y da, para demostrarlo, una profunda razón: “quien desea ser inmortal desea no tener materia, y quien no tiene materia no es hombre… Para que el hombre sea hombre conviene que tenga corazón, cerebro, ano y partes pudendas, pues de otra manera no sería hombre”.
El Papa Inocencio III, en la Edad Media, había escrito un libro sobre la miseria de la vida humana, sobre lo despreciable que son el hombre y el mundo. El título del libro era, por si mismo, expresivo: Sobre el desprecio del mundo o sobre la miseria de la condición humana.  “El hombre, según él, había sido formado de asquerosísima esperma, concebido de la picazón de la carne, nutrido con sangre menstrual, que, según se dice, es tan detestable e inmunda que, al contacto con ella, los frutos de la tierra no germinan y se secan los árboles”.
Sin embargo, los renacentistas piensan todo lo contrario. Gianozzo Manetti contesta a Inocencio III escribiendo un libro titulado Sobre la excelencia y la dignidad del hombre. Le dice al antiguo Papa que el hombre no están malo como él lo pinta, que es incluso, lo más digno de la naturaleza; que el hombre supera a los planetas y estrellas pues es sensible y está animado; que es más noble que los animales y las plantas puesto que puede hablar y entender. Pico della Mirandola, un filósofo de la Academia de Florencia que escribió un libro sobre la dignidad del hombre, dice que nada, ni los animales, ni los astros, ni siquiera los ángeles, son dignos de tanta admiración como el hombre.
En la Edad Media, el individuo quedó desdibujado e inmerso en un mundo jerarquizado que lo atenazó por la obediencia y la sumisión dentro de innumerables grupos y asociaciones: el feudo, la parroquia, la familia, la cofradía, el gremio…. El Renacimiento empezó a romper con esa tradición. Uno de los hechos que explican estos cambios, es la ruptura con el anonimato. Los artistas de la Edad Media no firmaban sus obras, mientras que en el Renacimiento los hombres no sólo se preocupaban de sus obras sino de su reconocimiento como artistas. De igual manera los grandes personajes de la política y los negocios contrataban artistas para inmortalizar su imagen y los mismos artistas se hacían autorretratos. El afán por resaltar lo individual hace que aparezcan las biografías y las autobiografías. Pero quizás el mejor símbolo del Renacimiento es la sed de gloria personal que caracteriza a los grandes hombres. Se odiaba el anonimato y los artistas, monarcas, papas, descubridores, mercaderes, etc., querían dejar su huella en la historia.
El mundo, en la Edad Media, era ignorado cuando no despreciado. Era ignorado por los el mundo artistas, en cuyas obras parece como si la naturaleza no existiese, y era despreciado por los teólogos, para quienes lo importante no era este mundo, sino el otro, el que se encontraría después de la muerte. En el Renacimiento, el mundo es valorado, interesa el mundo. Y se produce una “vuelta a la naturaleza”.
Los renacentistas descubren el paisaje, se dan cuenta de que es bello y gozan contemplándolo, describiéndolo, pintándolo. Se pintan minuciosamente árboles, rocas, fuentes, flores, animales. Y así como los artistas pintan el mundo en sus cuadros, los exploradores recorren el mundo en sus barcos. Es la época de los grandes descubrimientos geográficos. Se explora la costa africana, y el sur y el este de Asia. Se descubre América, se da la primera vuelta al mundo. Y numerosos geógrafos y cartógrafos nos describen y dibujan cómo es el mundo conocido. El mundo conocido se triplica durante el Renacimiento.
El interés que despierta la naturaleza lleva a los renacentistas a coleccionar todo cuanto la naturaleza les ofrece. Y surgen en Italia los primeros jardines botánicos. Y en las villas de los príncipes y de los cardenales se reúnen plantas de las más diversas especies y de las más exóticas procedencias. Surgen también auténticos zoos. En ellos había rinocerontes, leones, jirafas, cebras, leopardos”.
 “El interés por el mundo se materializa en un desmesurado afán de saber, y la difusión de la imprenta contribuirá en gran medida a satisfacer ese afán. Como afirma Castiglione en El Cortesano, “hoy los niños saben más que en otros tiempos las personas mayores”. Se valora a cada uno por lo que cada uno vale y esto hace que todos aspiren al “hombre universal”, al hombre que lo domina todo y que en todo sobresale. La divisa de Pico Della Mirandola, que se jactaba de contestar a todo lo que se le preguntase por difícil que fuera la pregunta, era: “De todas las cosas que pueda saberse”. Y Leonardo Da Vinci, el mejor de los innumerables ejemplos de “hombres universales” del Renacimiento, afirmaba: “El pintor no es loable sino es universal”. Él que era loable no sólo como pintor sino también como escultor y arquitecto, nos ha legado perfectas descripciones de cómo funciona la pupila del ojo, del vuelo de los pájaros, de la disposición de las hojas en las ramas, de por qué aparece azul el cielo; y realiza estudios detallados sobre la anatomía del hombre, y nos confiesa que “para tener verdadera y plena noticia, he deshecho más de diez cuerpos humanos”; se consideraba a sí mismo, sobre todo como ingeniero militar se han visto precedentes del avión, del submarino, de la cámaro fotográfica, etc.; según Lorenzo el Magnífico, “era único en tocar la lira”; tocó además otros muchos campos: entre “los ciento veinte libros por mí compuestos”, hay estudios de óptica, de perspectiva, de geometría, de astronomía, de biología, etc.; y como aún le sobraba tiempo, se entretenía escribiendo sus apuntes al revés, de manera que sólo pueden ser leídos poniéndolos ante un espejo”.
Esta fe en el hombre y en el mundo nos muestra un desenfrenado afán de vivir. Frente a una Edad Media oprimida por un señor feudal y atemorizada por una religión terrorífica, angustiada por el temor a un próximo fin del mundo y empeñada en que el placer era un pecado, el Renacimiento empieza a cantar: “! Oh época la mía, oh literatura, qué alegría de vivir!”. Esa es la gran aportación del Renacimiento.